miércoles, 7 de abril de 2010

EL NIÑO POBRE


Le han puesto al niño un vestido


absurdo, loco, ridículo;


le está largo y corto; gritos


de colores le han prendido


por todas partes. Y el niño


se mira, se toca, erguido.


Todo le hace reír al mico,


las manos en los bolsillos...


La hermana le dice: Pico


de gorrión, tizos lindos


los ojos, manos y rizos


en el roto espejo: « ¡ Hijo,


pareces un niño rico !... »




Vibra el sol. Ronca, dormido,


el pueblo en paz. Sólo el niño


viene y va con su vestido...


viene y va con su vestido...


En la feria, están caídos


los gallardetes. Pititos


en zaguanes... Cuando el niño


entra en casa, en un suspiro


le chilla la madre: « ¡ Hijo »


-y él la mira calladito,


meciendo, hambriento y sumiso,


los pies en la silla-, « ¡ Hijo,


pareces un niño rico !...»




Campanas. Las cinco. Lírico


sol. Colgaduras y cirios,


Viento fragante del río.


La procesión. ¡ Oh, qué idílico


rumor de platas y vidrios !


¡ Relicarios con el brillo


de ocaso en su seno místico !


...El niño, entre el vocerío,


se toca, se mira... « ¡Hijo»,


le dice el padre bebido


- una lágrima en el limo


del ojuelo, flor de vicio -,


« Pareces un niño rico!...»




La tarde cae. Malvas de oro


endulzan la torre. Pitos


despiertos. Los farolillos,


aún los cohetes con sol vivo,


se mecen medio encendidos.


Por la plaza, de las manos,


bien lavados, trajes limpios,


con dinero y con juguetes,


vienen ya los niños ricos.


El niño se les arrima,


y, radiante y decidido,


les dice en la cara: « ¡ Ea,


yo parezco un niño rico ! »


Juan Ramón Jiménez


Primero fueron los cuentos, pero se terminaron; después las adivinanzas, pero no eran infinitas y también se acabarón; luego vino la poesía...

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