lunes, 19 de abril de 2010

ROMANCE DE LA LUNA, LUNA

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
¡Ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.


Federico García Lorca

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Bibliografía:http://http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/garcialorca/pcuartonivel.jsp?conten=autor

domingo, 18 de abril de 2010

EL BURRO


Un día, el burro de una campesina se cayó en un pozo; el animal lloró fuertemente, mientras la campesina trataba de averiguar que hacer.

La campesina decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco y necesitaba ser tapado y que realmente no valía la pena sacar al burro, entonces invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarla. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo.

El burro se dió cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente, luego para sorpresa de todos, se tranquilizó. Después de unas cuantas paladas de tierra la campesina finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vió: con cada palada de tierra, el burro hacía algo increíble..., se sacudía la tierra y la apisonaba debajo de sus patas y daba un paso hacia arriba. Los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se sacudía, apisonaba y daba un paso hacia arriba.

Pronto todo el mundo vió cómo el burro llegó hasta la boca del pozo y salió trotando....

La vida va a tirarte tierra, de todos los tipos que puedan existir. El truco para salir del pozo es sacudirse la tierra y usarla para dar un paso hacia arriba. Piensa que cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si así lo queremos. Sacudirse y dar un paso hacia arriba...

lunes, 12 de abril de 2010

Y HA DE SER CADA DÍA MÁS DIFÍCIL...

Y ha de ser cada día más difícil.
Ya no se acercará a mí desde el alba.
Su tierna adolescencia detendrían
letreros de «Prohibido», «No», «Ya es tarde».

¿De dónde llegará? Si en su figura
deslumbra el mediodía, otros amores
habrán puesto en su oído usados sueños.
Y con cierta aprensión ambos tendríamos
que perdonar minucias trascendentes.

Cubrir con alegría la tristeza
de no habernos hallado el uno al otro
en la estación de amar, cuando se es joven.
¿Y si nunca llegara yo a encontrarla?

J.M Fonollosa



Cubrir con alegría la tristeza no es fácil, pero la mayoría de las veces es lo único que podemos hacer...

SOLEDAD Y SUS ENREDOS

El día que cumplí siete años decidí que no me iba a cepillar más el pelo. En ese entonces tenía una larga melena negra que me abrazaba la cintura. Mi mamá, todas las noches antes de dormirme, se sentaba en el borde de mi cama y cepillaba mi pelo cuatrocientas cincuenta y tres veces mientras yo le hablaba de Martín, el chico que me gustaba. Nunca destaqué por mi creatividad, ni mi rapidez para resolver las cosas en el colegio, siempre todo bien, normal, en tiempo y forma, nunca nada raro, nada sobresaliente, nada especial. Y el día en que cumplí siete años me di cuenta porqué:
¡Esto de cepillarme me estaba sacando las ideas de la cabeza!
Esa noche, cuando mamá vino a peinarme cuatrocientas cincuenta y tres veces, le dije que no y le conté mi teoría.- Ay Sole, ¡Qué fantasias tienes! Vas a ver como en unos días me pides que te desenrede el pelo. Pero no fue así. Mi pelo siguió creciendo y creciendo pero jamás volví a desenredarlo. Llegó incluso a tocar el suelo.
Un día, cuando me levanté, mi pelo se había enredado en las patas de la cama, mi mamá me lo quiso cortar pero yo no la dejé. Pasé horas desatando nudo por nudo, me hice un recogido gigante y tuve que ir al cole después del mediodía. Mi pelo siguió enredándose y creciendo hasta arrastrar casi un metro por debajo de mis zapatos.
Todo iba bien hasta que un día se enganchó en la pierna de la directora y, sin darme cuenta, tiré tan fuerte que se cayó en pleno recreo. Me querían obligar a cortarme el pelo pero yo insistía que no, que desatarme los nudos podía ser, pero que el pelo no me lo cortaba.- Bueno, si lo tiene desenredado quizás podríamos hacerle una colita, o un moño, o dos trenzas. Sí, que se lo desenrede – pensaron mis papás. Seis meses estuve desatando nudito por nudito. Pasó la primavera, el verano y llegó el otoño, yo seguía desatando. Cuando desenredaba la nuca, las puntas se volvían a anudar y viceversa.Un día mis papás se cansaron y me arrastraron hasta la peluquería del barrio. Oscar estuvo cuatro horas cortando aquí y allá; casi me deja pelada como mi tío Carlos. Lloré tanto esa noche, mi pelo, mi hermoso y salvaje pelo ya no estaba conmigo. Ahora apenas tenía cinco o seis fideitos que poco me recordaban a mí. Toda la confianza, toda la aventura, toda mi alegría había ido a parar al suelo de una peluquería.
Me fui a dormir entre lágrimas hasta las ocho de la mañana, que me despertó mi madre:- Soledad, venga que llegas tarde al colegio, ven a desayunar. No quería ir de ningún modo ¡Qué espanto cuando todos mis compañeritos me vieran con este ridículo peinado! Listo, decidido, iba a usar gorro el resto de mi vida. Pero cuando quise levantarme para agarrar mi gorrito de lana azul, no pude, ¿Sabeís por qué?
Porque mi pelo largo y salvaje estaba enredado en las patas de mi cama…




Florencia Domato



Vive como quieras, corre en los pasillos más estrechos, grita en las calles más concurridas, llora cuando no sepas qué hacer, salta sin motivo, escribe lo que te apetezca, canta justo al despertar, cierra los ojos, sueña, ríete a carcajadas, déjate el pelo largo o córtatelo, pero nunca dejes de ser tú ...

domingo, 11 de abril de 2010

LA HISTORIA DE LOS ERIZOS


Érase una vez un erizo pequeñito que fue de vacaciones con su familia a la playa. Era agosto y hacía mucho mucho calor. Todos juntos se bañaron en el mar, chapotearon, jugaron a la pelota y se divirtieron mucho.

Poco a poco fueron pasando las vacaciones y los erizos volvieron a casa. En unas pocas semanas empezó a hacer frío y lo erizos pasaban los días metidos en sus casas, acostados con sus mantas y tiritando.

¡Es muy complicado dormir con tanto frío!-dijo uno de ellos- ¿Por qué no dormimos todos juntitos y acurrucados?-siguió. A todos les pareció muy buena idea y todos los erizos pequeñines durmieron en un mismo sitio pegado los unos a los otros.

-¡Uy, ay! Pero… ¡Ay! Por favor… Ten cuidado… Era imposible dormir así. Los pequeños erizos se clavaban sus púas y casi era preferible pasar frío.
-¿Qué podemos hacer?- dijo uno de ellos-.Podemos preguntarle a los mayores que seguro que saben la respuesta.

Eso hicieron. Todos y cada uno de ellos, en fila india, fueron muy despacito casi sin hacer ruido a casa del erizo más mayor de todos, el gran sabio. Le preguntaron que qué es lo que ocurría. El abuelo sabio echó una gran risotada y les dijo:

- Mis pequeños e inocentes críos. Si os pincháis con vuestras púas es porque aún no habéis aprendido a reconocer que las tenéis y a controlarlas. Para que esas púas no hagan daño a los demás debéis reconocer a cada una de ellas, enseñárselas a los demás y pensar con toda la fuerza que podáis que no vais a volver a pinchar a nadie.

Dicho esto, los erizos fueron contentos a sus casas y a partir de este día nunca más volvieron a pasar frío pues reconocieron sus púas y nunca más se pincharon.

Ve hacia el espejo más cercano y mírate en él. ¿Qué ves? Todos somos erizos por la condición de ser humanos, así que, ¿ves tus púas?, ¿las reconoces?

Dicen que un primer paso es el de reconocer... Reconoce que eres ser humano, ser imperfecto, ser que comete errores, ser con púas...

Ahora mira a tu alrededor. ¿Ves las púas de los demás?

Una rosa tiene espinas; sólo hay que saber tratar con ella para no pincharte, pues ella, no desea hacerlo...

Tú tienes púas. Conviértete en rosa. No luches por la perfección, pero sí por saber convivir junto a la imperfección...

Pues no hay mayor virtud que la del perdón y ser perdonados... No hay mayor virtud que la de saber convivir con los defectos de los demás y los nuestros...

Aguilucho.

EL BUSCADOR

Un buscador es alguien que busca, no necesariamente que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir a la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, así que dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada..., una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre unas de las piedras, aquella inscripción..: Abdul Target, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado también tenía una inscripción se acercó a leerla, decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas, el buscador se sintió terriblemente conmocionado.

Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las piedras.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
No, ningún familiar -dijo el buscador- ¿qué pasa con este pueblo?, ¿qué cosa tan terrible hay en esta ciudad?, ¿por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos.

El anciano se sonrió y le dijo: -Puede usted serenarse, no hay terrible maldición. Lo que pasa que tenemos una vieja costumbre, le contaré. Cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella, a la izquierda, que fue lo disfrutado a la derecha, cuanto tiempo duró el gozo, conoció a su novia, y se enamoró de ella ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?, una semana, ¿dos?, ¿tres semanas y media?

Y después... La emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿el minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana?... ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?, ¿y el casamiento de los amigos?, ¿y el viaje más deseado?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?, ¿cuánto tiempo duró el disfrutar estas situaciones?

Así vamos anotando cada momento que disfrutamos, cada momento. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba, porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido.

Jorge Bucay.

Dejar pasar el tiempo o disfrutarlo; quedarse quieto o arriesgar; vivir o morir...

Escucho al mar susurrarme mientras siento la arena entre mis pies durante aquel bello atardecer en esa playa tan maravillosa que tanto me incita a pensar...

Mi primer día en el cole, mi primer partido de baloncesto, mi primera equipación, mi primera redacción, mi primer amor, mi primera mascota...
Nuestro primer beso, nuestra primera mirada, nuestras primeras palabras, nuestra primera conversación, nuestras primeras risas...

Aquellos momentos en los que cada minuto fue oro; aquellos momentos en los que arriesgué contigo y sin ti; aquellos momentos en los que decidí vivir y no morir...

El parámetro que mide la vida lo tienes tú, en tus manos: la vida no se mide con el tiempo, sino con la felicidad. Búscala.

Y ahora piensa como yo, en aquellos momentos realmente vividos pues fuiste realmente feliz...

"Cuando naciste, tú llorabas y todos sonreían; vive la vida de manera que, cuando mueras, todos lloren y tú sonrías..."

Aguilucho.


NO CULPES A NADIE

Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente
tú has hecho lo que querías en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre
surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte,
enfréntala con valor y acéptala.

De una manera u otra es el resultado de tus actos
y prueba que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro,
acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar
y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como
la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones,
de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas
y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande
de los obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo
y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias
porque tú mismo eres tu destino.

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate,
lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida;
nunca pienses en la suerte, porque la suerte es:
el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda.

¿Quién si no tú?

Leer, respirar y pensar... No hay más que hacer con estas palabras... ¿No?

Tú mandas, tú obedeces, tú vives, tú mueres... Tú eres quien colorea tu vida, a pesar de que el destino dibuje trazos no deseados... Tú tienes el corrector que hace invisible aquello que tus ojos no quieren ver.

Lo hecho, hecho está. No te arrepientas nunca de lo hecho, arrepiéntete sólo de lo no hecho. Si un día elegiste hacer algo, con gusto sería. No hagas de un pasado vivido un presente no querido. No hagas que este presente se repita una y otra vez en un futuro...

No eres ningún títere; y si lo eres, tú eres quien elige quien mueve tus cuerdas... Así que, ¿quién mejor que tú?
Y es que, al final, aunque te dejes llevar por otros en la vida, tú fuiste quien lo permitiste; por lo que, no culpes a nadie y coge tus cuerdas con fuerzas y decisión.

No culpes a nadie... Pues si una libertad real tiene el ser humano, es la de ser dueño de su propia y única vida..., pues la vida es tu presente...

Y ese presente es tu regalo... ¡Ábrelo! Y ya sabes "a caballo regalado, no se le mira el diente..."

Aguilucho.

EL FANTASMA


Esta es la historia de un joven que no podía dormir casi nunca puesto que un fantasma espectral le aparecía en sueños y le angustiaba revelándole todos los secretos más íntimos que él albergaba, demostrándole así que lo sabía todo acerca de él.


El joven estaba desesperado, hasta el punto que llegó a detestar el momento de acostarse pese al cansancio acumulado. Había visitado doctores y psicólogos, había confesado su problema a amigos, lo había intentado todo, pero sin resultados: el espectro seguía presentándose cada noche y le recordaba todos los rincones más íntimos y dolorosos.


Ya al borde de un colapso nervioso, decidió pedir auxilio de un célebre maestro zen que practicaba en la misma provincia. Fue a ver al maestro que le recibió amistosamente. Tras haberle explicado el dilema, el joven añadió: " Ese fantasma lo sabe todo, absolutamente todo acerca de mí, ¡ incluso conoce mis pensamientos ! No puedo sustraerme a su dominio ". El maestro pensó que la solución no estaba fuera del alcance del chico y le sugirió que hiciera un trato con el fantasma. " Esta noche, antes de acostarte -le dijo- coge un puñado de lentejas al azar y no las sueltes. Luego acuéstate y espera. Cuando el espectro se presente proponle un trato. Dile que si adivina cuántas lentejas tienes en la mano será para siempre tu dueño y que si no lo adivina deberá desaparecer para siempre. Vamos a ver que pasa ".


El chico procedió del modo que le aconsejo el maestro. Poco después de acostarse el fantasma apareció y le dijo: " Sé que intentas librarte de mí. También sé que te has ido a ver aquel bobo del monje zen para que te ayude a echarme, pero tus esfuerzos no te servirán para nada "." Bueno -respondió el joven- ya sabía que me habrías descubierto, así como supongo que indudablemente sabrás cuantas lentejas tengo en el puño ". El fantasma desapareció para no volver nunca jamás. Lo que no sabía el chico no lo podía saber su fantasma.


Marc E. Boillat de Cogermont Sartorio.


Menudo fantasmita... Yo tengo uno. Es amigo mío. Se llama Casper. ¿Cómo el de la película? Sí. ¿Por qué? Porque yo quiero.


A veces, entre sueño y sueño le gusta aparecer... Él me anima a perseguir cada día más y mayores metas. Él consigue encontrar en mí un valor y una fuerza impensable. Él confía en mí. Cree en mí. Me quiere. Me cuida. Me motiva... Y todo, entre sueño y sueño. ¡Qué suerte la mía!


Gracias a él, hago que mi vida sea un sueño. Pues porque yo quiero. Porque Casper es mi mejor amigo. Sé que nunca querrá hacerme daño, porque me quiere, porque me quiero...


Él me conoce, yo me conozco. Nadie más lo hace mejor que nosotros dos juntos...


Pero es que, ¿quién si no? Eso me pregunto yo. ¿Quién mejor que tú te conoce? Nadie. ¿Quién más que tú sabe lo que deseas y lo que no? Nadie. ¿Quién debe quererte? Tú. ¿Quién no debe asustarse consigo mismo? Tú.


Tú eres dueño de tu vida y de tus sueños... En tu poder está tener un fantasma u otro, o no; pues él, vive dentro de ti.


Claro que sí... Era obvio. Yo soy Casper entre sueño y sueño... ¿Quién si no iba a conocer mis mayores secretos?


Aguilucho.

CUANDO SEAMOS GRANDES...


Cuando seamos grandes, no nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, y los reyes magos, y los duendes buenos; que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.

No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.

No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.

La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos, y explicar los vuelos por el infinito...(los grandes no entienden a los pajaritos).

No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano cuando se hace tarde.

Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los juegos, y los cumpleaños, y el circo viajero, los pasayos tristes, los muñecos buenos, la hermosa costumbre de decir: ¡te quiero!

Ojalá que nunca dejes de soñar, de jugar, de besar, de acariciar, de amar...
Ah!! Y nunca te olvides...al ser grande, de la maravillosa virtud de saber perdonar...


Si hay algo que tengo claro en esta vida es que no existe nada tan sincero y hermoso como la inocencia y la ternura de un niño o una niña pequeña. Ojalá todas las personas que me rodeen en mi día a día guarden aún en su corazón esas pequeñas cosas que los hace especiales.

Cuando pasan los años nos olvidamos de que ser felices es fácil. Tú eliges lo que te hace feliz. Tú eliges con quién quieres estar, dónde, cómo y cuándo. Y si no es así, tú eliges si mirar lo positivo y caminar hacia delante o si esconderte tras la tristeza y ahogar tus penas con lágrimas.

¿Necesitamos grandes cosas para vivir bien? La respuesta es no. Lo que precisamos es valorar lo que tenemos y mirar lo que nos rodea con un poco más de humildad, tal y como lo hacen los pequeños.

Dejemos salir al exterior a ese pequeño que vive dentro de cada uno de nosotros y que seguro nos hace ver la vida más sencilla de lo que parece.

"CARTA DE UN BEBÉ CON SÍNDROME DE DOWN"


Mamá y Papá:

Hoy soy tu sorpresa y tu dolor, el hijo no soñado, ni siquiera imaginado. Mientras crecía en tu vientre temía los sueños y proyectos que tejían para mí y que no podría realizar. Sin embargo, si al mirarme pueden ver más allá del cuadro médico, encontrarán en mí toda la belleza que sus ojos me quieran dar, y la inteligencia que su confianza haga crecer en mí. Puedo ser un milagro de todos los días, soy capaz de sentir, de entender, de ser... Pero los necesito a mi lado con la ternura de una sonrisa cada vez que mis manitas torpes se equivoquen, con la paciencia tierna de esperar mis tiempos más lentos, con la sabiduría de guiarme sin querer transformarme, con la protección de su respeto para que los demás me respeten como soy. Con la alegría de disfrutar el simple hecho de amarnos y compartir nuestra vida, venciendo los prejuicios y desafiando las opiniones rígidas. Mi cuerpo es chiquito pero está lleno de amor, y si me abrazan fuerte, muy fuerte, podré darles la razón y el valor de luchar, sólo les pido la oportunidad de crecer con amor.



Sinceramente pienso que este texto ni siquiera precisa un comentario que invite a reflexionar. Es sencillamente conmovedor y capaz de poner los vellos de punta a cualquier lector medianamente sensibilizado con el tema. Cualquier palabra que yo agregue a esta preciosa carta no haría más que distorsionar la hermosura y ternura con la que ésta está escrita.

Sólo lanzo una pregunta: ¿Qué opináis del comienzo de la carta “hoy soy tu sorpresa y tu dolor”?

UN NIÑO

Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.
Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.
Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer algo con barro. ¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.
Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a moldear un plato. ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.
Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No quieres empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó. Como tú quieras contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

Helen Buckley.


Cuando somos pequeños nos sentimos libres. Todo es nuevo a nuestro alrededor, lo más mínimo nos sorprende. Conforme vamos creciendo esa curiosidad va aumentando y nos convertimos en pequeños investigadores. Queremos innovar, queremos sentir cosas nuevas. No podemos dejar que nadie coarte esa inquietud y esas ganas de comernos el mundo. Y, por supuesto, no debemos ser nosotros quienes intentemos limitar con nuestros prejuicios y la prepotencia que nos caracteriza a los adultos la creatividad e imaginación de los pequeños. Aprendamos a querer ser libres como ellos.

LA FUERZA DEL DESEO

Descubriendo lo mejor de uno mismo, Paulo Coelho.

El yoga Ramakrishna ilustra, mediante una parábola, la intensidad del deseo que debemos tener:
El maestro llevó al discípulo a las proximidades de un lago. Hoy voy a enseñarte qué significa verdadera devoción – dijo. Le pidió al discípulo que entrase con él en el lago y, sujetándole la cabeza, se la empujó bajo el agua. Transcurrió todo un minuto y, a mitad del segundo, el muchacho comenzó a debatirse con todas sus fuerzas para librarse de la mano del maestro y poder volver a la superficie. Al final del segundo minuto, el maestro lo soltó. El muchacho, con el corazón acelerado, consiguió erguirse, jadeante. ¡Usted ha querido matarme! – gritaba. El maestro esperó a que se calmara, y dijo: - Si hubiera querido matarte, lo habría hecho. Sólo quería preguntarte qué sentías mientras estabas bajo el agua. - ¡Yo sentía que me moría! ¡Todo lo que deseaba en esta vida era respirar un poco de aire! - Se trata de eso exactamente. La verdadera devoción sólo aparece cuando tenemos un único deseo y llegaremos a morir si no conseguimos realizarlo.

Después de leer esto no es fácil afirmar con seguridad que alguna vez hayamos deseado algo realmente ¿verdad?
Desear algo, amar algo ¿Dónde está la diferencia? Para que la vida tenga sentido completo tenemos que amar. Amar algo, amar a alguien…querer algo hasta el punto que duela. Esto no es fácil, pero nadie dijo que la vida lo fuese. Quien no se arriesga por miedo a perder nunca ganará.

EL TIEMPO PASA


“Si de verdad quieres crecer y no envejecer
nunca vayas deprisa ni tampoco lento
el secreto es ir a la inversa del tiempo
pero nunca deprisa ni tampoco lento
sólo hay que ir a la velocidad del tiempo
para así comenzar a crecer y no envejecer

El que acelera el paso descubre la nostalgia

el que se queda en el momento se queda
mas el que decide crecer conservando al niño
avanza hacia atrás recuperando su inicio
y los recuerdos que traspasan el ombligo (bis)

Si de verdad quieres crecer y no envejecer
recuerda que el juego es el principio de todo
y recuerda que ser parte es el único modo
pero es necesario que recuerdes ante todo
que sin arrugas nunca encontrarás el modo
de retomar las huellas para no envejecer… “



Hacerse mayor no es difícil, lo complicado es mantener joven la mente y vivas las ganas.



MAESTRA, ¿QUÉ ES EL AMOR?


Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó: -Maestra… ¿qué es el amor? La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento.
Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
-Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El primer alumno respondió: -Yo traje esta flor… ¿no es bonita?
A continuación, otro alumno dijo: - Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella: -Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar? La criatura, tímidamente, respondió:
- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí… Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?
La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.
El amor es algo que se siente.
Hay que tener sensibilidad para vivirlo.


Por la RAE: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. O “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.


Según Nietzsche, el amor se llegaba cuando se intenta abarcar el bien con su totalidad hacia algo y no se consigue, "un desbordamiento hacia algo ilimitado".


«Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad». Decía Gottfried Leibniz.


Desde el punto de vista de la biología, lo que a veces se llama amor parece ser un medio para la supervivencia de los individuos y de la especie.

Podríamos encontrar millones de definiciones para el amor, pero sólo sabremos lo que es realmente cuando los sintamos nosotros mismos.

sábado, 10 de abril de 2010

CUENTO SIN "U"


Caminaba distraídamente por el camino y de pronto lo vio. Allí estaba el imponente espejo de mano al costado del sendero, como esperándolo.

Se acercó, lo alzó y se miró en él. Se vio bien. No se vio tan joven, pero los años habían sido bastante bondadosos con él.

Sin embargo, había algo desagradable en la imagen de sí mismo. Cierta rigidez en los gestos lo conectaba con los aspectos más agrios de la propia historia: La bronca, el desprecio, la agresión, el abandono, la soledad.


Sintió la tentación de llevárselo, pero rápidamente desechó esa idea. Ya había bastantes cosas desagradables en el planeta para cargar con otra más. Decidió irse y olvidar para siempre ese camino y ese espejo insolente.

Caminó por horas tratando de vencer la tentación de volver atrás hacia el espejo. Ese misterioso objeto lo atraía como los imanes atraen a los metales. Resistió y aceleró el paso.

Tarareaba canciones infantiles para no pensar en esa imagen horrible de sí mismo. Corriendo, llegó a la casa donde había vivido desde siempre, se metió vestido en la cama y se tapó la cabeza con las sábanas.


Ya no veía el exterior, ni el sendero, ni el espejo, ni la imagen de él mismo reflejada en el espejo; pero no podía evitar la memoria de esa imagen: la del resentimiento, la del dolor, la de la soledad, la del desamor, la del miedo, la del menosprecio.

Había ciertas cosas indecibles e impensables...


... Pero él sabía dónde había empezado todo esto. Empezó esa tarde, hace treinta y tantos años...

El niño estaba tendido, llorando frente al lago el dolor del maltrato de los otros. Esa tarde el niño decidió borrar, para siempre, la letra del alfabeto.

Esa letra.

Esa.

La letra necesaria para nombrar al otro si está presente.

La letra imprescindible para hablarle a los demás, al dirigirles la palabra...

Sin manera de nombrarlos dejarían de ser deseados... Y entonces no habría motivo para sentirlos necesarios...

Y sin motivo ni forma de invocarlos, se sentiría, por fin, libre...


EPÍLOGO:


Escribiendo sin "U" puedo hablar hasta el cansancio de mí, de lo mío, del yo, de lo que tengo, de lo que me pertenece...


Hasta puedo escribir de él, de ellos y de los otros.


Pero sin "U" no puedo hablar de ustedes, del tú, de lo vuestro.


No puedo hablar de lo suyo, de lo tuyo, ni siquiera de lo nuestro.


Así me pasa... A veces pierdo la "U"....

Y dejo de poder hablarte, pensarte, amarte, decirte.


Sin "U" yo me quedo pero tú desapareces...

Y sin poder nombrarte, ¿cómo podría disfrutarte?


Como en el cuento... Si tú no existes, me condeno a ver lo peor de mí mismo reflejándose eternamente, en el mismo mismísimo tonto espejo.


Jorge Bucay.

¿Alguna vez has sentido el deseo de desaparecer? ¿Alguna vez te has sentido el problema del mundo, sin cuestionarte que quizás el problema no eres tú, sino el resto?

¿Por qué huímos con lo emocionante que es luchar? ¿Por qué nos escondemos con lo bella que es la vida?

¿Por qué nos gusta mirar hacia atrás con lo hermoso que puede ser el momento del aquí y ahora? ¿Por qué no aprendemos a saciar el dolor de lo ya vivido con la alegría que el presente (la palabra lo dice) te puede regalar?

Cuántas veces me he cuestionado preguntas así... Ahora mismo lo estoy haciendo. Pero mi pregunta favorita tras leer este maravilloso cuento es ¿por qué en tan repetidas ocasiones tengo miedo a la letra "u"? ¿Es en serio que quiero cegarme para así no verte? ¿Volverme sorda para no oirte? ¿Ser muda para no hablarte? ¿Deseo la inexistencia de la letra "u" para no sentirte y desearte?

Que injusto por mi parte... Borrar la "u" para borrar al "tú", a "lo nuestro", a "lo tuyo"... No quiero saber de tu vida... ¿Saciaré así mi dolor, o quizás daré la espalda a un presente alegre que la vida me esconde?

No todos los "tú" son iguales... A pesar de las lágrimas, la "u" siempre se merecerá un sitio en mi abecedario, pues es ella la culpable de esta reflexión, quien me ha enseñado a amar, quien me ha permitido tocar el cielo, quien me ha lastimado y limpiado las lágrimas...

Porque sí, eres tú, lo tuyo y lo nuestro... La razón de mi inspiración...

Aguilucho.

miércoles, 7 de abril de 2010

ESKAY, EL ESCARABAJO VERDE

Érase una vez un escarabajito llamado Eskay, vivía en el patio de un colegio, y todos los días a la hora del recreo se sentaba a la sombra de las margaritas a ver jugar a los niños y niñas que allí estudiaban.

A Eskay le gustaba mucho ayudar a su mamá con los recados, pero como en el camino se entretenía a ver los divertidos juegos de los alumnos de colegio, se le olvidaba lo que tenía que hacer y no encontraba la forma de recordar qué le había dicho su mamá. Así que, cada vez que volvía a casa le reñían por no haber hecho nada de lo que le habían dicho.

Una mañana mientras observaba a los niños, escuchó como una niña le contaba a su amiga que tenía problemas de memoria y se sintió muy identificado con ella. La niña contó a su amiga que a partir de ese momento, cada vez que tuviese que hacer algún recado, se pintaría una pequeña rayita en la mano y que cuando la viese recordaría automáticamente qué tenía que hacer. Y esto le dió una gran idea a Eskay.

Al día siguiente la mamá del escarabajo, le dijo que fuese a buscar unas hojitas verdes para hacer una ensalada, y de pronto se acordó de que había escuchado algo para solucionar su problema de memoria, pero no recordaba muy bien qué era lo que tenía que hacer, así que dispuesto a no olvidar el recado de ese día salió de casa diciéndose a sí mismo:

-Ensalada…, ensalada…, que rica la ensalada...

Pensaba, y pensaba por el camino cuál era la solución a los problemas de memoria que aquella niña había inventado. Tan pensativo estaba en aquel momento, mientras buscaba las hojitas verdes, que de repente ¡ZAS!, tropezó con un rotulador. Era grande, alargado y verde.

- Este invento es del mismo color que las hojas para la ensalada que necesito
encontrar. Pensó el pequeño escarabajo.

-¡Lo tengo! ¡Lo tengo! ¡He recordado lo que tenía que hacer para no olvidar las cosas! Gritó Eskay entusiasmado.

Y empezó a pintar la concha de su espalda de color verde para no olvidarse de que tenía que buscar las hojas para la ensalada, cuando terminó se paró a ver jugar a los niños y niñas como cada mañana, pero esta vez estaba absolutamente convencido de que no se le olvidaría el recado que tenía que hacer.

Cuando sonó la sirena que avisaba del fin del recreo, Eskay vió que su cuerpo era totalmente verde, y sabía lo que eso significaba, tenía que ir a por las hojas para la ensalada ¡No lo había olvidado!

Cuando llegó a casa con las hojitas su mama se puso muy contenta, su hijo había hecho muy bien el recado, pero había algo que no lograba comprender ¿Por qué su espalda era de color verde? El pequeño Eskay contó a su madre la idea de aquella niña que jugaba en el recreo, y la mamá se sintió muy orgullosa de su hijo, era un chico muy responsable porque había encontrado solución a su problema de memoria.

Si, señores y señoras…

Era un escarabajo muy responsable… y verde.

Alguien me dijo una vez (no, no es eso que todos estais pensando), que las mejores historias surgen de nuestras vivencias más cercanas, de lo que sentimos, de nuestra propia historia...

¿De qué color es vuestro rotulador de recordar?

EL NIÑO POBRE


Le han puesto al niño un vestido


absurdo, loco, ridículo;


le está largo y corto; gritos


de colores le han prendido


por todas partes. Y el niño


se mira, se toca, erguido.


Todo le hace reír al mico,


las manos en los bolsillos...


La hermana le dice: Pico


de gorrión, tizos lindos


los ojos, manos y rizos


en el roto espejo: « ¡ Hijo,


pareces un niño rico !... »




Vibra el sol. Ronca, dormido,


el pueblo en paz. Sólo el niño


viene y va con su vestido...


viene y va con su vestido...


En la feria, están caídos


los gallardetes. Pititos


en zaguanes... Cuando el niño


entra en casa, en un suspiro


le chilla la madre: « ¡ Hijo »


-y él la mira calladito,


meciendo, hambriento y sumiso,


los pies en la silla-, « ¡ Hijo,


pareces un niño rico !...»




Campanas. Las cinco. Lírico


sol. Colgaduras y cirios,


Viento fragante del río.


La procesión. ¡ Oh, qué idílico


rumor de platas y vidrios !


¡ Relicarios con el brillo


de ocaso en su seno místico !


...El niño, entre el vocerío,


se toca, se mira... « ¡Hijo»,


le dice el padre bebido


- una lágrima en el limo


del ojuelo, flor de vicio -,


« Pareces un niño rico!...»




La tarde cae. Malvas de oro


endulzan la torre. Pitos


despiertos. Los farolillos,


aún los cohetes con sol vivo,


se mecen medio encendidos.


Por la plaza, de las manos,


bien lavados, trajes limpios,


con dinero y con juguetes,


vienen ya los niños ricos.


El niño se les arrima,


y, radiante y decidido,


les dice en la cara: « ¡ Ea,


yo parezco un niño rico ! »


Juan Ramón Jiménez


Primero fueron los cuentos, pero se terminaron; después las adivinanzas, pero no eran infinitas y también se acabarón; luego vino la poesía...

martes, 6 de abril de 2010

SÓLO SE PUEDE VER BIEN CON EL CORAZÓN...

Fragmento “El Principito”

Entonces apareció el zorro.
-Buenos días -dijo el zorro.
-Buenos días -respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta, pero no vio nada.
-Estoy acá -dijo la voz- bajo el manzano...
-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
-¡Ah! Perdón -dijo el principito. Pero, después de reflexionar, agregó:
-¿Qué significa «domesticar»?
-No eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas?
-Busco a los hombres -dijo el principito-. ¿Qué significa «domesticar»?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen fusiles y cazan. Es muy molesto. También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?
-Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa «crear lazos».
-¿Crear lazos?
-Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
-Empiezo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... Creo que me ha domesticado...
-Es posible -dijo el zorro-. ¡En la Tierra se ve toda clase de cosas...!
-¡Oh! No es en la Tierra -dijo el principito. El zorro pareció muy intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Es interesante eso! ¿Y gallinas?
-No.
-No hay nada perfecto -suspiró el zorro. Pero el zorro volvió a su idea:
-Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
-¡Por favor... domestícame! -dijo.
-Bien lo quisiera -respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
-¿Qué hay que hacer? -dijo el principito.
-Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito. -Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -dijo el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días: una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!... -dijo el zorro-. Voy a llorar.
-Tuya es la culpa -dijo el principito-. No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar! -dijo el principito.
-Sí-dijo el zorro.
-Entonces, no ganas nada.
-Gano -dijo el zorro-, por el color de trigo. Luego, agregó:
-Ve y mira nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
-No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada aún -les dijo-. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
-Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
-Adiós -dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse.


¿Quién es capaz de afirmar que siempre mira con el corazón? Entonces… ¿qué es lo que realmente nos muestran nuestros ojos? ¿Sabemos realmente crear lazos? Miles de preguntas pueden surgir a partir de esta preciosa historieta sacada del libro “El Principito”.

Este libro tiene algo muy especial. Yo recuerdo haberlo leído con 12 años. Después lo volví a leer con 15. Y ahora, con 20, releo algunos fragmentos y cada vez parece única. Cada frase que contiene este libro esconde un mensaje precioso y muy útil para nuestro día a día. No dejéis de leerlo.

¿Por qué este fragmento? Pues porque cada vez nuestros ojos trabajan más y nuestro corazón descansa. Fijaos en cómo describe el zorro la expresión “crear lazos”. No tiene desperdicio. Espero que nunca dejemos de crear lazos a nuestro alrededor pues es lo que nos hace especiales a cada uno de nosotros.